La práctica de ” Soltar ” o de ” Dejar pasar ” es muy útil en la meditación. Especialmente cuando aparece el pensamiento compulsivo, podemos simplificar al máximo la práctica de la meditación y reducirla a dos palabras : dejar pasar , soltar … en vez de intentar desarrollar esta técnica , para luego alcanzar esto otro , … intentar entender no sé que cosa para entonces realizar aquello , … leer todos los libros y hacer todo tipo de cursos , aprender Pali y Sánscrito , para convertirnos en especialista y ser invitado a conferencias y escribir libros … querer vivir experiencias extrañas y paranormales, para sentirse especial , por encima de la ” masa ” . Pero si realmente queremos desarrollar la práctica de la meditación, es mejor aprender simplemente a soltar, soltar , dejar pasar … Algunos pueden querer convertirse en el próximo avatar , ” el elegido ” , y recorrer el mundo irradiando amor , otros indagar con la meditación en los recovecos de su psique para resolver no se sabe bien que cosa de su pasado , pero si queréis realmente aprender a sufrir menos y conocer la meditación es mejor practicar simplemente el dejar pasar las ideas , los deseos , las fantasías … y permanecer en el presente .
Al inicio de la práctica, tenemos que aprender a ” soltar ” lo que duele, lo que quema, lo que nos provoca sufrimiento, desasosiego. Simplemente desarrollar el reflejo de abrir la mano para soltar la brasa que nos está quemando. Parece evidente, pero si observamos veremos que a menudo no lo hacemos, sino todo lo contrario, incidimos una y otra vez sobre lo que nos provoca dolor: por ejemplo nos insultan una vez y nos lo repetimos veinte, o le damos mil vueltas al mismo sufrimiento sin modificar nada, obsesionándonos con un mismo dolor. Todo parece indicar que hay una parte en la mente adicta al dolor, una parte que adhiere al dolor y no lo suelta, sino que vuelve una y otra vez repitiendo el mismo mensaje que pertenece ya al pasado.
Esta práctica reduce los momentos de sufrimiento en nuestras vidas y aumenta los momentos agradables. Pero entonces podemos observar poco a poco, la tendencia de la mente a adherir al placer, incluso más que al dolor. Cuando aparece el ” yo ” en la mente y se instala en el placer, se apega o se agarra al placer, aparecen una serie de consecuencias, a veces nefastas, según la intensidad del apego:
– la mente ” embelesada ” por el placer, tiñe la percepción, provocando desviaciones más o menos importantes.
– la mente puede perder entonces la conexión con el presente y la fluidez de experimentar la vida momento a momento, en su intento de mantener el estado o la situación agradable que ya pasó.
– si la resistencia a que ese momento haya ha pasado no cede, se instaura una lucha que provoca muchas sensaciones desagradables y sufrimiento.
Observamos pues que el apego a las sensaciones agradables también conduce a las sensaciones desagradables y al sufrimiento. Pero es fundamental observar que la dificultad no viene del placer o de las sensaciones en sí, sino de que el apego y el “yo” entren en resistencia con el fluir natural de la vida en el presente.
La práctica nos lleva a una vivencia más ” presente ” de cada momento, a una “contemplación” con cada vez menos apego, tanto de las sensaciones desagradables de la vida, como de las agradables, y a un mejor ajuste con el fluir de la conciencia que permite acceder a otros estados mentales, a otras formas de estar en el mundo. Tomar conciencia del constante fluir de los momentos y de las sensaciones, del aspecto perecedero de lo agradable y lo desagradable, y de que el origen del sufrimiento reside en el apego y en la aparición en la mente de la idea de un ” yo” que interfiere en el fluir de las vivencias.
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