Sri Sankaracharia – Tu eres eso

sri-sankarachariaAtmabodha, Sri Sankaracharia – Editorial Hastinapura

Hay cuatro grandes sentencias védicas a través de las que la mente es llevada desde el mundo de nombres y formas hasta el reino de la Esencia Una: Brahman. Ellas son:

“Yo Soy Brahinan” (Aham Brahmasmi).

“Este Atman Es Brahman” (Ayamatma Brahma).

“Brahman es conciencia” (Prajnaman Braliman).

Todas estas sentencias apuntan al mismo hecho; esto es, a la última y esencial unidad del hombre —o alma individual— con Dios —o Alma Universal— siendo la Realidad que se halla detrás de ambos Braliman o Pura Conciencia. Trataremos ahora de interpretar el significado de “Tu Eres Eso”.

La palabra “Eso” de la sentencia védica tiene dos significados:

uno directo y otro implícito. El ejemplo de la esfera de hierrç al rojo vivo ya ha sido dado. El hierro, asociado con el fuego, es el agente directo del calor; si bien el fuego, que no se halla asociado con el hierro, es, implícitamente, el agente. De la misma manera, la ignorancia colectiva, incluyendo los cuerpos sutiles y densos del cosmos, y la conciencia[1] asociada con ella, junto con la Pura Conciencia sin asociación con ningún upadhi, cuando se la considera como una unidad inseparable, tal como la esfera de hierro al rojo vivo, constituye el significado directo de la palabra “Eso”. En otras palabras, “Eso” lleva directamente a la idea de un Dios personal relacionado con el universo como su Creador, Preservador y Destructor, dotado de omnisciencia, sefioría, infmito poder y otros atributos similares, junto con la Pura Conciencia que es basamento de ambos: del universo y de Dios. Es decir que el significado directo de “Eso” es Saguna Brahman o Brahman con atributos. Pero la Conciencia Pura, sin asociación con ninguna maya limitante es el significado implícito de la palabra “Eso”.

Del mismo modo, la palabra “Tú” tiene dos significados: uno directo y otro implícito. La ignorancia individual, incluyendo los cuerpos individuales tanto sutiles como densos, y la conciencia[2] asociada con ella, junto con la Pura Conciencia sin asociaciones con ninguna individualidad, cuando se las considera como una unidad inseparable, conforman el significado directo de la palabra “Tú”. En. otras palabras, “Tú” lleva directamente a la idea de uva, o alma individualizada, asociada con un cuerpo individual y dotada de un pequeño conocimiento, pequeño poder, dependencia y’ otros rasgos similares, junto con la Pura Conciencia que basamenta todo esto. Es decir, la palabra “Tú” significa un alma viviente caracterizada por limitaciones como la del nacimiento, la muerte el hambre, la sed, la pena y el placer.

Pero la Pura Conciencia, sin asociación con ninguna ilusión limitante, que tiene naturaleza de Eterna Bienaventuranza y que también es el substratum de jiva, es el significado implícito de “Tú”.

El significado que tiene la palabra “Eres” es la absoluta identificación de “Eso” y “Tú”.

Cuando el significado directo de una palabra en una sentencia no se halla de acuerdo con la experiencia actual, uno la interpreta como si su significado se hallara implícito. Es obvio que “Eso” y “Tú”, dotados con atributos disímiles, no pueden ser idénticos desde el punto de vista del significado directo de las palabras; es decir, en un sentido literal.

Lo uno, esto es, el Dios personal, difiere del otro, o sea, del alma individual, como el sol difiere de una luciérnaga; el océano, de una fuente; o el monte: Everest, de un grano de arena. Pero su identidad es un hecho del cual se apercibieron, a través de la experiencia directa e inmediata, los videntes de la Vedanta. Esta identidad se explica entonces desde el punto de vista del significado implícito.

Los filósofos de la Vedanta han establecido como antes se señalara que los atributos contrastantes que distinguen a Ishvara de jiva no son, ultérrimamente, reales, sino que se deben a la sobreimposición. Es a trayés de maya que Brahman, o Conciencia Pura, aparece transformado en el universo y su Omnipotente Creador, Preservador y Destructor. A través de maya, una vez más el mismo Brahnian aparece transformado en jiva limitado, o alma individual, en posesión de un cuerpo físico. Las sobreimposiciones son todas ilusorias. Tan sólo su substratum es real. Brahman es el substratum de ambos: Ishvara y jiva. Cuando, a través de la disciplina Vedanta de negación, uno elimina las falsas sobreimposiciones, se da cuenta, por experiencia directa, que la última Realidad es Brahman o Conciencia Pura, y no Ishvara o jiva.

Hay varios métodos por los cuales se obtiene el significado implícito de esta sentencia. El método usado por los filósofos no dualistas consiste en la eliminación de los aspectos conflictivos que recaen sobre las dos palabras principales, y en la retención de aquello que es común a ambas, Para dar un ejemplo: Al volver a ver, después de un largo tiempo, a un hombre llamado Devadata, uno exclama:

“¡Este es aquel Devadata! “ Obviamente, el Devadata visto algún tiempo atrás y en otro lugar es lo que da a entender la palabra “aquel”, y no puede ser éste visto aquí y ahora, tal cual nos lo señala la palabra “éste”. Hay, evidentemente, un conflicto en cuanto a tiempo y espack pero aún así permanece el hecho del reconocimiento, y esto es posible porque los elementos de conflicto, o sea, el tiempo y el lugar, no han sido considerados y se han enfocado la atención sobre el hombre Devadata. Del mismo modo, en la interpretación de la sentencia “Tu Eres Eso”, el hombre sabio deja a un lado los elementos contradictorios asociados con “Eso” y “Tú”; esto es, la noción de Creador y criatura, y se da cuenta que ambos son uno desde el punto de vista de Brahman, el Absoluto, o Pura Conciencia, puesto que es la esencia de ambos.

La comprobación del significado preciso de “Tú Eres Eso”, es una experiencia trascendental que ocurre sólo en los planos espirituales. Esta experiencia no puede alcanzarse si el que aspira a las mismas carga todavía con el más ligero apego a las cosas materiales, al cuerpo, a los sentidos, la mente, el yo y, por lo tanto, a los placeres asociados con ellos. La Libertad, la Paz, la Bienaventuranza, el Conocimiento y la Inmortalidad, que son resultados de la experiencia trascendental, son totalmente diferentes de sus contrapartidas en el plano físico, donde impera el tiempo, el espacio, la causalidad. A través del conocimiento de la identidad ultérrima de “Eso” y “Tú”, uno conoce el verdadero significado de la religión, que es la Realización de la unidad del Dios eterno y el Alma eterna. La religión es, en su último sentido, algo que nada tiene que ver con el dar al hombre felicidades materiales en este mundo transitorio.

Los maestros de la Vedanta explican a sus alumnos la verdadera naturaleza del Ser, a través del “método de los Diez” (Dasainanyaya). El cuento siguiente aparece relatado en los libros vedánticos: “Una vez, diez hombres vadeaban las aguas rápidas de un río. Ninguno de ellos sabía nadar. Al llegar al otro lado, quisieron saber si todos estaban a salvo. Entonces, uno de ellos se puso a contar el número de hombres y encontró que sólo habían llegado nueve, por el simple hecho que había olvidado contarse a sí mismo. Estaba seguro de que uno de ellos se había ahogado. Los otros llegaron a la misma conclusión pues cada uno contaba a los demás, exceptuándose a sí mismo. Por último, todos se pusieron a llorar la muerte de su camarada. Otro señor que pasaba por allí quiso saber la causa de sus lágrimas. Así se enteró que mientras los diez amigos estaban cruzando el río, uno de ellos se había ahogado. Evidentemente, no le costó mucho al extraño darse cuenta del error. Le pidió a uno de ellos que volviera a contar, y éste volvió a sumar nueve, por lo que dijo: “Ya ve usted: hemos perdido nuestro décimo amigo”. Inmediatamente el extraño tocó al hombre que estaba haciendo el recuento y le dijo: “Tú eres el décimo”. A fin de demostrarles esta verdad, repitió la operación con cada uno de los jóvenes amigos quienes, por fin, advirtieron que no eran nueve, sino diez. Sus angustias desaparecieron y una inmensa felicidad nació en ellos”.

De la misma manera, el discípulo llega ante el Maestro y le dice que ha buscado la Verdad en todas partes, en libros, en templos, en imágenes, en el cielo, sin encontrarla. Por cierto, él no ha indagado la Verdad en el lugar correcto, es decir, en su propia naturaleza. Por esto el Maestro pone sus manos sobre el corazón de su discípulo y le dice enfáticamente: “Tú eres Eso”.

Después de explicar el significado de la gran sentencia védica “Tú eres Eso”, el Gurú exhorta al estudiante a que medite sobre su real esencia: “Eso que está más allá de castas, creencias, familias y linajes, que se halla desprovisto de nombres y formas, méritos y desméritos, Eso que trasciende el espacio, el tiempo y los objetos sensibles, Ese Bralunan eres tú. Haz que tu mente medite en ello.

Eso, Supremo Brahman, que no puede ser comprendido a través de los discursos pero que, sin embargo, es accesible a los ojos de la Pura Iluminación, lo que es inmaculado, la Encarnación del Conocimiento, la Entidad sin comienzo ni fin, Ese Brahman eres tú. Haz que medite tu mente en ello.

Eso que es intocable por los seis estados[3].Aquel sobre el cual meditan los yoguis en sus corazones, y que nunca puede ser apresado por los órganos de los sentidos, aquel que ni buddhi puede conocer, Ese Brahnian no enjuiciable, eres tú. Haz que tu mente medite en ello.

Eso que es el soporte del universo y sus diversas partes, la creación de maya, aquel que no tiene soporte alguno detrás de sí, que distinto de lo denso y de lo sutil, que carece de partes y de pares, Ese Brahman, eres tú. Haz que tu mente medite en ello.

Eso que se halla libre del nacimiento, el crecimiento, la declinación, la enfermedad y la muerte, aquel que es indestructible, que es causa de la proyección, equilibrio y disolución del universo, Ese Brahman, eres tú. Haz que tu mente medite en ello.

Eso que, siendo Uno, es la causa de lo múltiple, que refuta las causas y es, a la vez, en Sí mismo, sin causa alguna, distinto de maya y sus efectos, el universo que es eternamente libre, Ese Brahman, eres tú. Haz que tu mente medite en ello.

Eso que está Ubre de toda dualidad, que es infinito e indestructible, que es supremo, eterno e imperecedero, que es inmaculado, Ese BraJjman, eres tú. Haz que tu mente medite en ello.

Eso, la RealJdad que siendo una aparece como múltiple debido a la ignorancia, revestida de múltiples nombres y formas, atributos y cambios, pero que a Sí misma jamás se modifica como el oro en sus diversos aspectos, Ese Brahman eres tú. Haz que tu mente medite en ello.

Eso allende lo cual no existe nada., que brilla sobre maya y es infmitamente superior al universo, el Ser interior de todas las cosas, el Uno sin segundo, el verdadero Ser que es Existencia, Conocimiento y Felicidad absoluta, infinita e inmutable, Ese Brahman, eres tú Haz que tu mente medite en ello”.[4]

Después de oir estas exaltadas palabras de su Maestro, el estudiante reflexiona sobre su significado. Si se da cuenta, a través del razonamiento, que las palabras de su Maestro son verdad, él contemplará a Brahinan a través de su devoción concentrada. Entonces, gradualmente, irá apartando de sí toda sobreimposición a causa de la cual se había identificado con los objetos transitorios de este mundo y había alimentado las nociones de “yo” y “mio”. Abandonará la observancia de las formalidades sociales, el embellecimiento de su cuerpo, como también la demasiada intelectualidad, siendo estas últimas las tres fuertes cadenas por las cuales el hombre deviene prisionero del mundo. Se purificará por la incesante contemplación de Brahman e inhalará la fragancia purísima del Ser que permanece cubierta por las impurezus de los múltiples deseos. Pues, cuanto más se establece la mente en su Ser interior, más fácilmente desaparecen los deseos de los objetos mundanales. Cuando estos deseos son totalmente eliminados, entonces tiene lugar la ininterrumpida comprensi&n de Atman. La disciplina de la negación debe ser practicada sin intermitencias, tanto como dura la percepción, aún la más sutil, del yo y del universo, y tanto como dure la identificación con el cuerpo físico. No se debe dar al alma la menor oportunidad de olvido de su naturaleza real, olvido que se produce cuando se la apega a estudios y percepciones que no tienen la naturaleza de la ultérrima y divina búsqueda.

EL YO Y LOS DESEOS

El buscador de la Verdad debe recordar continuamente la naturaleza del Ser, dejando a un lado toda identificación con el yo. Es el yo quien atrae al Ser una y otra vez al mundo de maya, o ignorancia. Es el yo quien enriquece el mundo de los deseos. Cuando los deseos se incrementan, también se incrementa la actividad. Y cuando hay un crecimiento de la actividad, hay asimismo un crecimiento de los deseos. Así pues, la actividad y el deseo se mueven en un círculo vicioso y el hombre permanece prisionero de ellos. La destrucción de los deseos ha sido descrita como Liberación; y al hombre libre de ellos, se lo denomina jivanmukta, un ser liberado en vida.

Aún después que la Verdad ha sido develada, aún entonces continúa la fuerte ilusión de que uno es el hacedor de la acción y el que experimenta sus resultados. Esto debe ser cuidadosamente destruido, viviendo en un estado de constante comunión con el Ser.

Solamente así puede uno experimentar la bienaventuranza de la Liberación, aunque resida todavía en un cuerpo físico. El buscador de la Verdad no debe nunca distraerse de su firmeza para el logro del verdadero Conocimiento. Distracción es muerte. Distracción, ilusión, egoísmo, esclavitud y sufrimiento son los sucesivos eslabones que conforman la cadena de la vida mundana, si la mente, aunque sólo sea de modo superficial, se separa del Ser interno y se mueve hacia el mundo exterior, se caerá cada vez más bajo, de la misma manera que un balón arrojado desde el extremo superior de una escalera descenderá, peldaño por peldaño, sin detenerse hasta llegar al final de su caída. La verdad del Ser es extremadamente sutil y nunca puede ser conquistada por una mente distraída. Ella es conquistada solamente por almas nobles y mentes puras; y aun estas mismas lo logran sólo a través de una extraordinaria, paciente y constante concentración.

[1] Conocida como Isvara o Dios Personal

[2] Conocida como prajna, taijasa y vishwa, asociada con los cuerpos causal, Sa- tu y denso respectivamente

[3] A saber, decaimiento y muerte, hambre y sed, felicidad y dolor, que aquejan al cuerpo y a la mente

[4] vivekachudamani, 254-263

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