EL LIBRO DE LOS DOS
9. Esfuerzo infatigable
Dos cosas, monjes, llegué a saber bien: no estar contento de los estados buenos (de la mente que se hayan obtenido[1] y ser infatigable en la lucha (por la meta). Así pues, luché infatigablemente (y tomé la resolución): «Aunque nada más queden la piel, los tendones y los huesos! ¡Aunque se sequen la carne y la sangre del cuerpo! ¡No cejaré en el empeño hasta que no se haya obtenido lo que se puede lograr con fortaleza férrea, energía férrea, esfuerzo férreo!»
Esforzándome con diligencia he logrado la Iluminación; con el esfuerzo me he puesto a salvo de forma inmejorable de la carga (samsárica).
Monjes, si vosotros también lucháis infatigablemente (y tomáis la resolución): «Aunque nada más queden la piel, los tendones y los huesos! ¡Aunque se sequen la carne y la sangre del cuerpo! ¡Aun así, no cejaré en el empeño hasta que no se haya obtenido lo que se puede lograr con fortaleza férrea, energía férrea, esfuerzo férreo!», también vosotros, monjes, cumpliréis en poco tiempo, aquí y ahora, y por vuestro propio esfuerzo, la meta de la vida santa por la que los 1 hijos de buena familia parten de casa para llevar una vida sin hogar, y entrando en ella, en ella moraréis.
Por tanto, monjes, debéis adiestraros así: «Lucharemos infatigablemente (y tomaremos la resolución). Aunque nada más queden… esfuerzo férreo». Así es como debéis adiestraros.
(II,i,5)
10. Potencia del hombre
¡Monjes, abandonad el mal! El mal, monjes, se puede abandonar. Si fuera imposible abandonar el mal, no os pediría que lo hicieseis. Pero como puede ser hecho, por eso os digo: «Abandonad el mal!».
Si el abandonar el mal trajese daño y sufrimiento, no os pediría que lo abandonaseis. Pero como el abandonar el mal trae bienestar y felicidad, por eso os digo: «Abandonad el mal!».
¡Monjes, cultivad el bien! El bien, monjes, se puede cultivar. Si fuera imposible cultivar el bien, no os pediría que lo hicieseis. Pero como puede se hecho, por eso os digo: «Cultivad el bien!».
Si el cultivar el bien trajese daño y sufrimiento, no os pediría que lo hicieseis. Pero como el cultivar el bien trae bienestar y felicidad, por eso os digo: «Cultivad el bien!»[2]
(II, u, 9)
11. Tranquilidad y visión cabal
Monjes, hay dos cosas que forman parte del conocimiento supremo. ¿Cuáles son? La tranquilidad y la Visión Cabal[3].
Si se desarrolla la Tranquilidad, ¿qué beneficio se obtiene? El desarrollo de la mente. ¿Y cuál es el beneficio de una mente cultivada? El abandono de toda pasión[4].
Si se desarrolla la Visión Cabal, ¿qué beneficio se obtiene? El desarrollo de la sabiduría. ¿Y cuál es el beneficio de una sabiduría cultivada? El abandono de toda ignorancia[5].
Una mente contaminada por la pasión no es libre; la sabiduría contaminada por la ignorancia no puede desarrollarse. Por ello, monjes, al desvanecerse la pasión, la mente se libera; al desvanecerse la ignorancia se produce la liberación por la sabiduría.
12. Padres
Monjes, declaro que hay dos personas con las que nunca se puede saldar la deuda. ¿Cuáles son? La madre y el padre.
Aunque transportara a su madre en un hombro y a su padre en el otro y de esta manera hiciese que vinieran cien años, que cumplieran cien años; aunque les cuidara ungiéndolos con bálsamos, dándoles masaje y lavando y frotando sus miembros e incluso aunque vaciaran allí sus excrementos, ni siquiera así haría suficiente por sus padres, no saldaría la deuda. Aunque estableciera a sus padres como dueños y señores supremos de esta tierra tan rica en los siete tesoros, no haría suficiente por ellos, no saldaría la deuda. ¿Por qué causa? ¡Los padres, monjes, hacen tanto por sus hijos! Los crían, los alimentan y los guían en este mundo.
Pero, monjes, aquel que exhorta a sus padres incrédulos, los asienta y los consolida en la fe; aquel que exhorta a sus padres inmorales, los asienta y los consolida en la moralidad; aquel que exhorta a sus padres tacaños, los asienta y consolida en la generosidad; aquel que exhorta a sus padres ignorantes, los asienta y consolida en la sabiduría; tal persona, monjes, hace lo suficiente por sus padres; salda, y salda de sobra, lo que ellos hayan hecho.
(II, iv, 2)
13. Dos clases de felicidad
Monjes, hay dos clases de felicidad: la felicidad de la vida doméstica y la felicidad del monacato; pero la felicidad del monacato es la más alta de las dos.
La felicidad de los sentidos y la felicidad de la renuncia. Pero la felicidad de la renuncia es la más alta de las dos.
La felicidad con máculas y la felicidad sin máculas 6, pero la felicidad sin mácula es la más alta de las dos.
…felicidad carnal y no carnal.., felicidad noble e innoble.., felicidad física y felicidad mental…
(II, vii, selección)
[1] Comentario. Por ejemplo, con las Absorciones (jhānā) y la luz interior (que indica que se ha llegado a un estado determinado de la meditación Vipassanā).
[2] Este texto proclama, con palabras sencillas y memorables, la potencia del hombre para alcanzar el Bien, invalidando la acusación, tan frecuente, de que el budismo es pesimista. Pero dado que el hombre, como sabemos demasiado bien, tiene asimismo una gran capacidad para el mal, no podemos permitirnos un optimismo desmesurado sobre el hombre y su futuro. Lo que caracteriza al ser humano es tener opciones y hacer uso de ellas, y el que, en un momento determinado, prevalezca la capacidad para el bien o la capacidad para el mal, depende de su propia elección. La gama de opciones y la constancia previa que tenga de ellas irán en aumento a medida que se desarrollen su atención y su sabiduría. Junto al aumento de estas dos cualidades se irán debilitando las fuerzas que parecen «condicionar», e incluso forzar, su elección en la dirección equivocada. En el reino moral, la única persona que no tiene opciones para actuar, hablar y pensar es el arahant, el sabio, en el sentido de que está libre de codicia, de odio y de ilusión.
Esta esperanzadora afirmación del Buda sobre la capacidad positiva del hombre adquiere pleno significado y alcance total teniendo en cuenta que lo que hemos llamado el bien y el mal no se limita a la aplicación estrictamente moral de las palabras, sino que abarca todo lo que, en el sentido más amplio, es provechoso y hábil, a saber: desprendimiento, amor y sabiduría (alabha, adosa, amoha), y, por el lado negativo, todo lo que es perjudicial y torpe: codicia, odio, ofuscación, (lobha, dosa moba). Por tanto, cuando el Buda afirmó, en un sentido tan amplio y profundo, que el bien puede obtenerse y el mal puede ser domeñado, hizo una declaración estimulante y alentadora. Un verdadero «rugido de león».
[3] La tranquilidad (samatha) culmina en las Absorciones meditativas (jhānā) que son estados de paz y tranquilidad supremas. La Visión Cabal (Vipassanā), según el Comentario es el conocimiento que comprende que todas las formaciones son impermanentes, dolorosas e impersonales.
[4] Comentario. La mente se desarrolla, es decir, aumenta y se expande, en el Camino de la Consciencia. Se abandona toda pasión porque pasión y conciencia del Camino son incompatibles; cuando hay pasión no hay conciencia del Camino, y cuando hay conciencia del Camino no hay pasión. Cuando surge la pasión se obstaculiza el surgimiento del Camino y se truncan sus fundamentos, pero cuando surge el Camino se desarraiga y se extirpa la pasión.
[5] Comentario. Lo que se desarrolla, es decir, lo que aumenta y se expande es la Sabiduría del Camino. La ignorancia abandonada es la gran Ignorancia de los Ocho Factores y que se halla en la raíz del ciclo de la existencia. Ignorancia y Camino son incompatibles.
La consciencia del Camino y la Sabiduría del Camino nacen al mismo tiempo.