“EL NOBLE VOZ GENTIL LE HABLO ASI A NUESTRO PROTECTOR”, de Lama Tsongkhapa.
Supón que te descuidas de consagrar una parte de tu práctica a pensar en los diversos problemas de la vida cíclica y en los diferentes beneficios de librarse de ella. No te sientas a meditar haciendo que tu mente trate de abrirte los ojos a la fealdad de la vida, o a las maravillas de la libertad. Así nunca llegarás al punto de dejar de pensar, ni por un solo instante, en la vida presente. Nunca dominarás el arte de la renuncia.
Y digamos que sigues intentando desarrollar habilidad en alguna gran práctica virtuosa (la perfección de la generosidad, de la moralidad, de soportar, del esfuerzo o de morar en concentración). No importa la que sea; ninguna de ellas te podrá dirigir al estado de libertad. La gente que realmente ansía la libertad, en primer lugar debe olvidarse de todos los consejos supuestamente profundos. Deberían valerse de la meditación de “revisión mental” para desarrollar renuncia.
Los que intentan practicar el sendero mayor han de reservar un periodo regular de tiempo para considerar lo perjudicial que es concentrarse en el propio bienestar y cuánto beneficio se obtiene al concentrarse en el bienestar de los demás. Gradualmente, estos pensamientos se volverán habituales; nada de lo que hagas sin ellos llegará a ser un sendero que te dirija a algún lugar.
Las virtudes que lleves a cabo de otro modo se verán alteradas por el hecho de que las haces para ti mismo (por lo tanto, lo único que traerán, al final, es lo que se conoce como “Iluminación menor”). Esto es similar a lo que sucede cuando no eres capaz de practicar profundamente los diversos aspectos de la renuncia porque te descuidas de consagrar un poco de tiempo a pensar en ello (cada uno de tus actos virtuosos se ve afectado por tu interés hacia esta vida presente, y sólo te lleva de vuelta al ciclo de nacimiento).
Es indispensable, pues, primero ganar fluidez en la actitud de la renuncia y en el deseo de obtener la Budeidad para todo ser consciente. Por ello, posterga de momento, todas las supuestas prácticas profundas: las enseñanzas secretas y demás.
Una vez hayas logrado desarrollar estas actitudes, quieras o no, cualquier acto virtuoso te dirigirá a la libertad y al estado en el que conoces todas las cosas. Es por tanto, una señal de total ignorancia sobre los puntos más esenciales del sendero el que una persona no considere dichos pensamientos merecedores de ocupar su tiempo de meditación.
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