La liberación es la salvación de la prisión
La esencia única del buddhismo
Descúbranlo dentro
La propia vida es prisión
Los instintos son prisión
Los sentidos son prisión
La superstición es prisión
Las instituciones sagradas son prisión
Los maestros son prisión
Las cosas sagradas son prisión
La bondad es prisión
Las opiniones son prisión
La pureza es la mayor de todas las prisiones
La vacuidad no es prisión
Dondequiera que existan condiciones y señales de prisión, existe dukkha. Ustedes habrán observado que todas las formas y tipos de dukkha llevan alguna cualidad de prisión sobre sí. Ser capturado, encarcelado, encadenado y puesto en medio de dificultades y molestias, son características de dukkha. Si entienden esto, entonces entenderán el significado de lo que llamamos “upādāna” (apego), más claramente. Donde hay upādāna, hay una prisión. Es este mismo upādāna el que produce las condiciones de encarcelamiento.
Dondequiera que exista upādāna, existe esclavitud. La esclavitud puede ser positiva o negativa; ambas son igualmente aprisionantes. Considerando las cosas y apegándonos a las mismas como “yo” o “mío”, la esclavitud ocurre. Cuando saltamos hacia las cosas, quedamos atrapados en ellas, exactamente como si quedásemos atrapados en una prisión.
Todos los principios del Dhamma del Buddhismo pueden ser resumidos como: upādāna es la causa de dukkha; dukkha nace de upādāna. Debemos entender este asunto de upādāna correctamente. Para facilitar su comprensión, debemos verlo claramente como si fuera exactamente igual a una prisión. Es una prisión mental, una prisión espiritual. De modo que vamos a estudiar el Dhamma y desarrollar samādhi (estabilidad y calma mental) y vipassanā (insight, visión clara) con el objetivo de destruir upādāna. O, metafóricamente hablando, estudiamos el Dhamma y desarrollamos la mente para destruir la prisión que nos tiene atrapados.
Estamos hablando acerca de una prisión mental o espiritual, pero tiene el mismo significado que una prisión concreta. Es exactamente como las prisiones físicas que hay por todas partes, en las cuales las personas son alojadas. Pero ahora estamos hablando de una prisión puramente espiritual. Lo extraño o extraordinario en esta prisión es que no podemos ver su substancia con nuestros ojos. Lo que es más extraordinario aún es que las personas se encierran voluntariamente en esta prisión. Están realmente encantadas de ir y encerrarse en la prisión espiritual. Este es un aspecto muy raro de la prisión espiritual.
LA LIBERACIÓN ES LA SALVACIÓN DE LA PRISIÓN
Debemos recordar las palabras “salvación” y “liberación”, usadas en todas las religiones. La meta final de todas las religiones es la salvación, emancipación o cualquier palabra más conveniente, según cada idioma. Todas estas palabras tienen el mismo significado: ser salvados. Todas las religiones enseñan la salvación. Pero ¿de qué somos salvados? Somos salvados de la prisión espiritual. Aquello que todos buscan y necesitan -en este mismo momento- es lo que denominamos “libertad” o “liberación”, que es, simplemente, escapar de la prisión. Sea una prisión física, material, o una prisión mental, espiritual, el significado es el mismo. En todos los casos queremos libertad.
Aquellos que carecen de sabiduría pueden ver y temer solamente las prisiones físicas, materiales. Pero aquellos que poseen sabiduría (paññā) para observar más profundamente, verán cuánto más terrible y peligrosa es la prisión espiritual. Realmente es difícil ver que alguien se encierre en un calabozo ordinario, mientras todas las personas en el mundo están atrapadas en la prisión espiritual. Por ejemplo, todos los aquí sentados están libres de una prisión ordinaria, pero todos están encarcelados en una prisión espiritual. Aquello que nos lleva a estar interesados en el Dhamma, a venir a estudiar el Dhamma, a practicar desarrollo mental, es la opresión y la fuerza de estar cautivos en dicha prisión espiritual. Si ustedes sienten esto o no, no es importante. Esto nos fuerza, no importa cómo, a luchar y buscar una salida del encarcelamiento espiritual. No obstante, esto les está forzando a todos ustedes —percíbanlo o no— a encontrar la libertad espiritual. Por ello vienen a buscarla aquí (Al monasterio Suan Mokkh, N. del T) y a otros lugares semejantes.
Aunque aquello que nos hace prisioneros sea sólo una cosa, a saber, upādāna, esta prisión asume muchas formas diferentes. Existen docenas de estilos y tipos de prisión. Tomarnos un tiempo para estudiar cada tipo de prisión nos ayudará a entender este fenómeno mucho mejor. Entonces entenderemos mejor upādāna, y también entenderemos mejor tañā (deseo) y kilesa (impurezas de la mente) que, de acuerdo con la enseñanza buddhista, causan dukkha. Entenderemos la cuestión de dukkha, si entendemos claramente y por completo la cuestión de la prisión.
Me gustaría aconsejar que usen esta palabra “upadana” en lugar de “apego” o cualquier otra traducción. Palabras como esa son constantemente malinterpretadas. Puede ser que no la entiendan totalmente en este momento, pero traten de usar esta palabra “upādāna” para ir acostumbrando sus labios, sus mentes y sus sentimientos a ella. Debemos percibir que el corazón del Buddhismo es eliminar upādāna. El corazón del Buddhismo es aquel que se libra de upādāna o lo remueve. Entonces no hay prisión, entonces no hay dukkha.
Deben tomar los significados de los vocablos apegar, aferrar y agarrar (en inglés attachment, grasping y clinging), y combinarlos para obtener el significado de “upādāna”. Es mejor para nosotros usar la palabra upādāna. Su significado es más amplio y nos permitirá investigar esta materia más profunda y abarcativamente.
Puede ser apenas una simple palabra, pero upādāna es de mayor importancia. El corazón del Buddhismo es justamente extirpar o cortar este upādāna. Entonces, dukkha terminará. Por favor, entiendan que este es el corazón de todo Buddhismo: se lo encuentra en cada secta y escuela. Ya sea Buddhismo Theravāda, Buddhismo Mahāyāna, Buddhismo Zen, Buddhismo Tibetano o cualquier tipo de Buddhismo que a ustedes les guste, son diferentes sólo en el nombre o en las ceremonias y prácticas externas. Pero internamente, todos apuntan a lo mismo: la eliminación de upādāna.
No estén tristes, no estén decepcionados o ansiosos ni se hagan problemas pensando que no han sido capaces de estudiar todas las escuelas de Buddhismo. No se preocupen si no han podido estudiar el Buddhismo en el Tíbet, en Sri Lanka, en Birmania, en China o donde sea. Es una pérdida de tiempo. Existe sólo una única esencia o corazón en todo esto: eliminar upādāna. Las etiquetas Theravāda, Mahāyāna, Zen, Tibetano y Chino reflejan solamente la cubierta exterior de lo que parecen ser diferentes tipos de Buddhismo. Si existen algunas diferencias son meramente superficiales, apenas un manojo de ritos y rituales acumulados. El verdadero corazón del asunto, el corazón de todo Buddhismo, es el mismo en todas partes: extirpar y eliminar upādāna. Tan sólo estudien esto. No pierdan tiempo entristeciéndose o pensando que no han estudiado todos los distintos tipos de Buddhismo. Estudien este único asunto de eliminar upādāna, con eso basta.
Si realmente quieren conocer el Buddhismo Maháyana como un experto, entonces tendrán que aprender sánscrito. Pueden gastar casi toda la vida tratando de aprender sánscrito y aún no saber realmente nada. O si quieren conocer bien el Zen, entonces tienen que aprender chino. Pasan toda la vida aprendiendo chino y al final todavía no conocen el Zen. Para conocer el Jajrayāna, el Buddhismo del Tíbet, tendrán que aprender tibetano. Solamente el aprendizaje de los idiomas les demandará casi toda la vida, y todavía no habrán aprendido realmente nada. Aún no habrán penetrado en el corazón del Buddhismo. Estas son sólo superficialidades aparecidas como nuevos desarrollos. Comprendan el corazón de todo esto y aprendan simplemente esta única cosa: la eliminación de upādāna. Entonces conocerán la esencia del Buddhismo, sea etiquetado de Mahāyāna, Theravāda, Zen o Jajrayāna. Sea de China, Japón, Corea o de cualquier otro lugar, todos tienen un único objetivo: eliminar upādāna
Incluso tomando solamente la escuela del Buddhismo Theravāda existen muchas formas diferentes. Hay también muchas maneras diferentes de cultivo mental. Existe un tipo de meditación de Birmania, donde observan el ascenso y el descenso del abdomen. Otros se basan en los mantras “Sammā Araham” y “Buddho, Buddho”, así como en todo tipo de prácticas diferentes. Si son correctos, el corazón de cada uno de ellos está siempre exactamente en el mismo lugar: la necesidad de erradicar upādāna. Pero si no llevan a la eliminación de upādāna, no son el verdadero camino. Y no serán tampoco de ningún uso o beneficio, porque no están destinados para eliminar upādāna o, hablando metafóricamente, para destruir la prisión. Así que es mejor si hablamos acerca de esta prisión.
Para hablar más correctamente, no podemos en realidad aprender de las escrituras, de las técnicas o de aquellas diversas enseñanzas, si queremos ser verdaderamente exitosos. Para recoger exitosamente algún beneficio real, debemos aprender en el problema mismo, o sea, en la prisión propiamente dicha. Estudiar el verdadero dukkha en sí mismo, esa prisión en sí misma. De modo que sería mejor buscar y encontrar esa prisión, acerca de la cual vamos a hablar.
A esta altura, somos confrontados con dos opciones: ¿vamos a aprender del exterior o vamos a aprender del interior? La distinción es crucial. El Buddha dijo que debemos estudiar del interior. El aprendizaje externo es de libros, ceremonias, prácticas y cosas como esas. Todo lo que debemos aprender, el Tathāgata (El Perfecto; epíteto del Buddha) lo ha explicado en términos de un cuerpo que todavía está vivo. Eso significa un cuerpo vivo, con una mente viva, no un cuerpo muerto. Allí es donde el verdadero aprendizaje tiene lugar; aprendan allí. Aprendan de ese interior, lo que significa que aprendan dentro de sí mismos mientras vivan, antes de morir. Los estudios externos —aprender de libros y de todas esas diferentes ceremonias y rituales— no son realmente valiosos. Por lo tanto, vamos a estudiar del interior. Por favor recuerden estas palabras: “aprender del interior”.
El entrenamiento en samādhi y vípassanā (concentración y visión clara), esto es, el desarrollo de la vigilancia por medio de la respiración (ānāpānasati-bhāvanā) como hemos estado practicando aquí, es este aprendizaje interior. Llevar a cabo este estudio interior demanda una buena cantidad de paciencia y resistencia, pero no mucha. De hecho, en comparación con algunas de las disciplinas que otra gente está practicando, tales como deportes de alto nivel, gimnasias y acrobacias, estas últimas son más difíciles que el entrenamiento en samādhi y vipassanā. Todavía la gente tiene bastante resistencia y perseverancia para poder realizar tales entrenamientos. Basta tener resistencia moderada y seremos capaces de entrenar en samādhi y vipassanā, con vigilancia por medio de la respiración. Algunas personas no pueden soportarlo y huyen. Nosotros hemos tenido suficiente resistencia para llevar esto adelante y, si continuamos un poco más, alcanzaremos nuestro objetivo final, recibiendo los correspondientes beneficios. Así que, por favor, aplíquense a este estudio interior y háganlo con la suficiente paciencia y resistencia.
Utilizar metáforas nos facilita la comprensión del asunto que estamos discutiendo. Entonces haremos uso de ellas, ya que estamos hablando sobre el tema de la “prisión”. La primera prisión que deben buscar y ver es la vida en sí misma. Si miran la vida como una prisión, y ven la prisión que ella es, entonces se puede decir que conocen la verdad de la naturaleza bastante bien. La mayoría de las personas, sin embargo, ven la vida como algo divertido, como una oportunidad para divertirse. Están dispuestas a vivir para los placeres de la vida. Entonces se vuelven apasionadas y quedan cautivadas por la vida. El hecho de estar apasionadas y engañadas por la vida es lo que la convierte en una prisión.
Si vemos la vida como una prisión, debemos haber visto upādāna en esta vida. Si no hemos visto upādāna en la vida, no veremos que la misma es una prisión y, en cambio, estaremos satisfechos pensando que esta vida es el paraíso. Esto se debe a que hay muchas cosas en ella que nos satisfacen, que nos engañan y nos cautivan, mas en todo en lo que encontremos satisfacción, gozo, atracción y pasión habrá upādāna también. Se convierte en una prisión. Por más que amemos algo, esto se vuelve una prisión por causa de upādāna. Este es un tipo positivo de upādāna. En cuanto odiemos algo, o algo nos desagrade, esto se vuelve un tipo negativo de upādāna que, igualmente, es una prisión. Ser seducido y engañado, ya sea por el positivo o por el negativo, es una prisión en ambos casos. Y esa prisión transforma la vida en dukkha.
Además, podrán ver que cuando hay upādāna en la vida, esta se vuelve una prisión. Y que cuando no hay upādāna, la vida no es para nada una prisión. Pueden ver aquí y ahora mismo si existe o no upādāna en sus vidas. “,Es mi vida una prisión.., o no?, ¿estoy viviendo en una prisión de upādāna. o no?” Cada uno de ustedes debe mirar muy cuidadosamente dentro de su propio corazón y ver con absoluta claridad si su vida es una prisión o no. ¿Tienen una prisión o no? ¿Están viviendo en una prisión o no? Por otro lado, ¿por qué venimos aquí para meditar, para cultivar la mente? En esencia, el verdadero objetivo y propósito del desarrollo mental es la destrucción de nuestras prisiones. Si sus estudios y prácticas tienen éxito, si pueden destruir la prisión o no, es otra cuestión. No obstante, nuestro verdadero propósito es destruir la prisión de la vida.
Consideren esto cuidadosamente. Si no reconocemos upādāna, estamos cautivos en una prisión sin reconocerla aún. Estamos atrapados sin conocer la prisión. Lo que es más, estamos satisfechos y apasionados con esa prisión, exactamente como estamos apasionados y satisfechos con la vida. Porque estamos apasionados y satisfechos con la vida, estamos atrapados en la prisión de la vida. ¿Qué vamos a hacer para que ella no sea una prisión? Esta es la pregunta que debemos responder muy cuidadosa y correctamente.
¿Cómo tenemos que vivir para que la vida no sea una prisión? Esto significa que ordinaria o naturalmente, la vida no es una prisión, que sólo nosotros la convertimos en una prisión, a través de upc7diina. Debido a nuestra propia ignorancia, nuestra propia estupidez, nuestra propia carencia de correcto entendimiento, tenemos upādāna en la vida. Como resultado, la vida es una prisión, se vuelve una prisión por causa nuestra. En tailandés tenemos una frase que es cruda y crítica, “som nam nā man”, que significa algo como “te lo mereces”. La vida no es una prisión ni nada que se le parezca, pero a través de nuestra propia estupidez creamos upādāna con la ignorancia (avijjā) y, de este modo, tenemos la prisión. Entonces podemos decir: “som nam nā man – te lo mereces”.
Si tienen éxito en la práctica de ānāpānasati-bhāanā (cultivo mental de la vigilancia por medio de la respiración), entenderán bien la vida. Conocerán bien upādāna y no tendrán ningún upādāna en aquello que llamamos “vida”. Así, la prisión no acaece: cualquier prisión que exista se disolverá y desaparecerá. El significado de esto tiene mucho valor. Ahora, que alguien lo entienda o no es otro tema. Si tratan de comprender estos hechos como si fuese un deber, una obligación, encontrarán motivación para aplicarse con energía y paciencia para ser capaces de destruir la prisión.
Un modo de ver esto es observar el hecho de que la vida debe desenvolverse de acuerdo con la ley de la naturaleza: o que nosotros debemos fluir en armonía con la ley natural. Debemos buscar alimento, debemos ejercitamos, debemos descansar y relajarnos, debemos trabajar para mantener y sustentar nuestras vidas. Debemos hacer esto y todo aquello que sea necesario. No hacerlo es imposible. Estamos forzados a hacerlo. Esto también es una prisión. El hecho de que siempre debamos seguir la ley natural es un tipo de prisión. ¿Cómo vamos a escaparnos de ella?
¿Por qué estamos atrapados en la prisión de tener que vivir sujetos a la ley de la naturaleza? Esta prisión viene de nuestro upādāna respecto de nosotros mismos, o respecto de nuestras vidas. Cuando existe upādāna dirigido hacia nosotros mismos, el “yo”, el “self”, nace. Este “yo” es ansioso y preocupado, asustado y temeroso de estas obligaciones naturales, y así se hace miserable por medio de ellas. Estas dificultades vienen de upādāna. Si no tuviéramos upādāna con relación al “yo”, estas obligaciones necesarias no serían como una prisión. Si no tenemos ningún upādāna hacia la vida, seremos capaces de movilizarnos por nuestras necesidades, ganarnos la vida y ejercitar y cuidar del cuerpo sin volvernos desdichados. Esto es muy sutil; es un misterio para la mayoría de las personas. Es la sutileza de la verdad natural. ¿Cómo vamos a vivir de manera que no haya dukkha conectado con el hecho de que todo en esta vida debe ser realizado de acuerdo con la ley de la naturaleza?.
La próxima prisión a considerar es que vivimos bajo la influencia de los instintos. Estamos bajo el poder de los instintos. Todos los seres vivos, sean personas, animales o plantas, tienen instintos. Estos instintos constantemente nos fuerzan a seguir sus intereses y necesidades. Esto es verdad especialmente para el instinto sexual o reproductivo, que tanto nos controla, molesta, ocupa y complica. Los sentimientos sexuales e impulsos reproductivos nos presionan, nos oprimen, nos perturban profundamente; nos fuerzan a través de todo tipo de dificultades. Y no podemos parar. A veces lo preferimos de esta manera. Nuestros niños crecen y se desarrollan hasta la etapa en que el instinto sexual madura completamente y ahí quedan atrapados en la prisión de este instinto sexual.
Finalmente, el mismo instinto de exhibirnos puede dirigir nuestras vidas. Muchas personas no pensarían en esto como un instinto, pero todos los animales lo tienen. La necesidad de mostrarnos, jactamos, exhibirnos es un instinto. Hasta los animales tienen la condición de querer presumir que son bonitos, o fuertes, o ágiles, o lo que sea. Aun este loco y más ridículo instinto es una prisión, Queremos presumir y alardear. Si no fuera una prisión, no nos forzaría ni oprimiría en lo más mínimo. Ahora, no obstante, nos obliga a comprar ropas hermosas, joyas preciosas, bonitos zapatos incluso, ¡y muchos de ellos! ¿Por qué debemos tener muchas camisas bonitas y muchos pares de zapatos bonitos? ¿Por qué necesitamos de todos ellos? (Y perdónenme, debemos mencionar a las mujeres en particular). Existe este instinto de exhibición y es un tipo de prisión. Como las personas no pueden resistirse, se ven forzadas a seguir este instinto, gastando todo su dinero en todo tipo de cosas. El instinto de exhibición es el más cómico, el más ridículo de todos. Aun así es verdaderamente una prisión. Las personas nunca tienen dinero suficiente, debido a esta prisión. Consideren y reflexionen cuidadosamente sobre estos ejemplos de instintos que hemos planteado. Ellos son prisiones.
Si pensamos sobre esto, si hacemos una cuenta de todos nuestros gastos, descubriremos que algunas personas gastan más dinero en ropas, joyas y en mantenerse siempre hermosas que lo que gastan en alimento. Además, insisten en decorar y embellecer sus casas, acumulando más gastos. En fin, gastan más en esas cosas que en alimento, que es necesario para la vida. Destinamos más dinero a cosas innecesarias para la vida que el que destinamos a las necesidades de la existencia, como el alimento. Esta es una manera más de quedar cautivos en la prisión de los instintos.
Ahora, vamos a la prisión más divertida, la prisión que está más próxima a nosotros. Existen estos ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo y mente: los seis āyatanas, los seis medios o bases de los sentidos. Ellos también son una prisión. Denles una lenta y cuidadosa mirada. Escuchen atentamente para comprender cómo nuestros ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo y mente —los seis sentidos— se convierten en prisiones.
En pali, los denominamos āyatanas. La raíz de esta palabra significa literalmente “herramientas o medios para comunicarse con el inundo exterior” -lugares, mecanismos, medios parra contactarse o comunicarse con el mundo exterior-. Nosotros los llamamos āyatanas. Si quieren usen esta palabra pali: āyatanas. No sabemos con certeza cómo llamarlos en inglés, tal vez “medios de comunicación de los sentidos” (sense media). Los seis āyatanas son todos prisiones.
Tenemos upādāna hacia la vida y con relación a nosotros mismos, que cuenta con estos seis medios para sentir, para experimentar, para comunicar, para saborear o recibir los objetos de los sentidos. Cuando hay upādāna con respecto a estos seis āyatanas, nosotros les servimos, nos volvemos sus esclavos. Así, servimos a los ojos para satisfacer los ojos. Servimos a los oídos para satisfacer los oídos. Servimos a la nariz para satisfacer la nariz. Servimos a la lengua para saciar la lengua. Servimos a la piel y a los sentidos generales del cuerpo para que estén confortables. Servimos a la mente, el sentido de la mente, para apaciguarla y confortarla. Esto significa que todo nuestro comportamiento se desenvuelve solamente para entretener a estos āyatanas. Todo lo que hacemos es por causa de estos seis āyatanas. Nos rendimos ante ellos y nos volvemos sus esclavos. En consecuencia, ellos nos presionan y controlan, no hay cómo evitarlos. Llamamos a esto “estar atrapado en la prisión de los āyatanas”.
Fíjense si hay alguien entre ustedes que no esté sirviendo como esclavo a estos seis āyatanas. Y ustedes los sirven de buena gana, ¿no es así? Soportan penalidades y se desviven para servirles, siempre buscando la manera de confortar los ojos, oídos nariz, lengua, cuerpo y mente y hacerles felices con la mayor dedicación. De modo que debemos admitir que somos esclavos. Aquellas personas que carecen de sabiduría, ciertamente serán esclavas de los āyatanas, estarán atrapadas en la prisión de los āiyatanas. A través de la práctica correcta y exitosa de la atención a la respiración, escapamos de la prisión. Si practicamos ānāpānasati incorrecta e incompletamente, permaneceremos cautivos en la prisión de los āyatanas quién sabe por cuánto tiempo.
Para la próxima prisión, queremos mencionar a los seres engañados por aquello que conocemos como “saiyasātr” (Saiya significa dormir”. Sātr –del sánscrito Śāstra, conocimiento, arma- significa “ciencia” y es usado como sufijo “logia”. Juntos significan algo así corno “somnología” o “ciencia del sueño”). Todas las formalidades y creencias supersticiosas son saiyasātr. Cuanto mayor ignorancia exista, cuanto más carentes estemos del correcto conocimiento, más atrapados estaremos en la prisión de las supersticiones. Hoy en día, el progreso.de la educación y de la ciencia (vidayāsātr “conocimiento, ciencia” y Śāstra), ha llevado aun mejor entendimiento de las verdades naturales, y de todas las cosas. Aun así, quedan muchos engaños en la prisión de las supersticiones. Es personal. Hay quienes son atrapados mucho más que otros. Las personas son atrapadas en grados y maneras diferentes, mas podemos decir que aún existe gente cautiva en la prisión de saiyasātr, engañada por la superstición.
Aunque en general la superstición ha disminuido considerablemente debido al progreso de la ciencia, hay todavía una buena cantidad de saiyasātr en los templos e iglesias. Por favor, perdónenme por decir esto, pero el lugar donde podemos encontrar más superstición es en las iglesias, en los templos, y en ese tipo de sitios. Aunque la superstición ha disminuido en general, queda un gran remanente en tales lugares. Dondequiera que existan altares, dondequiera que la gente se incline y rinda culto a las así llamadas cosas sagradas y santas, allí es el lugar donde la “ciencia del durmiente” persiste. La superstición, saiyasātr, es para las personas que estén dormidas. Es para aquellos que no entienden correctamente, que son ignorantes. Hemos aprendido esas cosas siendo niños, antes de tener la inteligencia y la capacidad para razonar acerca de ello. Los niños creen todo lo que se les dice, y así los “adultos” les inculcan muchas supersticiones. Si aún creen que el trece es un número de mala suerte, eso es saiyasātr. Todavía están durmiendo. Hay muchos otros ejemplos de superstición, pero sería mejor no mencionarlos. Algunos podrían ofenderse. Estos tipos de cosas son prisiones. ¿Por qué no miramos muy cuidadosamente para verlas como tales? Incluso el número “13” llega a ser una prisión.
Debemos continuar con aquellas instituciones que son santas y sagradas, o que son famosas y célebres; o aquellas de las cuales se rumorea que son tan prestigiosas que cualquiera que se convierta en miembro suyo es prestigioso también. Existen muchos de esos lugares por todos lados. Tan pronto las personas se registran como miembros de esta asociación o aquella organización, de este instituto o aquel establecimiento, comienzan a tener ideas y sentimientos hacia estos. Sienten que “nosotros somos mejores que ellos” o “nosotros estamos en lo cierto y los demás son estúpidos”. Se agarran y se apegan sin la más mínima consideración o pensamiento crítico. De este modo, esa institución, incluso esa iglesia —no podemos evitar decirlo—, se vuelve una prisión. Así que les pedimos que no piensen que Suan Mokkh es alguna institución sagrada o milagrosa, pues de lo contrario se tornará una prisión. Por favor, no conviertan a Suan Mokkh en su prisión. Deben pensar libremente, examinar cuidadosamente, evaluar críticamente. Entiendan y crean sólo lo que es genuinamente beneficioso. No se encarcelen en ninguna de esas prestigiosas y famosas instituciones.
Ahora vamos a la prisión denominada “Achaan” (profesor, maestro, gurú), los famosos maestros de gran renombre. En Birmania está el “Sayadaw Este”; en Sri Lanka, el “Achaan Aquel”; en el Tíbet, el “Lama Fulano”; en China, el “Maestro Mengano”. Cada lugar tiene su maestro famoso, de cuyo nombre alardea. Ya sea nacional, regional, provincial o local, todo lugar tiene su Gran Gurú. En consecuencia, las personas se aferran y apegan a su maestro como si fuera el único que está en lo cierto; su maestro tiene razón y todos los demás maestros están completamente equivocados. Rehúsan escuchar a los maestros de otras personas. Y no piensan, no examinan las enseñanzas de sus propios Achaans. Están cautivas en la “Prisión del Maestro”. Convierten al maestro en una prisión y quedan atrapadas en esta. Se trata de un apego verdaderamente ridículo. Sea un gran maestro o un pequeño maestro, es exactamente el mismo upādāna. Las personas siguen construyendo prisiones con sus maestros y gurúes. Por favor, no caigan también en esta prisión.
LAS COSAS SAGRADAS SON PRISIÓN
La próxima prisión es las sagradas escrituras, que podemos encontrar por todas partes. Entre aquellas personas que no tienen mucha sabiduría, estas cosas están muy adheridas, y más aun siendo “sagradas”. S6 convierten incluso en sustitutas o reemplazantes de Dios, y de lo que ustedes quieran. Es como si el mero portar un libro sagrado fuese lo mismo que realmente recibir ayuda. Esto lleva a la existencia de una gran variedad de objetos sagrados: reliquias, agua bendita, y todo tipo de cosas sagradas. Sean muy cuidadosos con esta palabra “sagrado”. Se tornará una prisión antes de que se den cuenta. Cuanto más sagrada es alguna cosa, más intensamente aprisiona. Tengan cuidado con la así llamada “sacralidad” o “santidad”. Ustedes deben saber que no hay nada más sagrado que la ley de Idappaccayatā (la ley de la condicionalidad), la suprema sacralidad por encima de todas las cosas. Todo lo demás es sagrado por suposición o por lo que la gente misma inventa, lo cual es sagrado a través de upādāna. Dondequiera que haya sacralidad a través de upādāna, esa sacralidad es una prisión. La ley de Idappaccayatā es sagrada en sí misma, sin necesidad de ningún accesorio. No hay necesidad de upādāna. Ya controla todo y es verdaderamente sagrada en su totalidad por sí misma. Por favor, no caigan en la prisión de las cosas sagradas. No conviertan las cosas sagradas en una prisión para ustedes.
Esta nueva prisión es una de las más importantes y causa todo tipo de problemas. Es lo que se conoce como “bondad”. A todos les gusta el “bien” y enseñan a todo el mundo a hacer el bien. Entonces rinden culto a eso que llaman el “bien”. Pero tan pronto haya upādāna a mezclado con dicho bien, este se convierte en una prisión. Ustedes deben ser buenos, tener bondad, sin tener upādāna. De este modo, el bien no será una prisión. Si hay upādāna se vuelve prisión. Como decimos, las personas enloquecen por el bien, se embriagan con el bien, se pierden en el bien, hasta que ello se torna un problema. De modo que, sean extremadamente cuidadosos para no transformar la bondad en una prisión. No hay nada que podamos hacer ahora para ayudar, todos están ciega e inconscientemente atrapados en la prisión de la bondad.
Si son cristianos, les pedimos que piensen y reflexionen mucho sobre la enseñanza del libro del Génesis, donde Dios prohíbe a Adán y Eva comer el fruto del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal5. No coman de ese fruto, o ello los llevará a saber cómo discriminar entre el bien y el mal. Entonces estos bien y mal estarán sujetos a upādāna y se volverán prisiones. Esta enseñanza es bastante profunda y buena, muy inteligente y sabia, pero nadie parece entenderla. Las personas no muestran mucho interés en ella y así no pueden ser dignos cristianos. Si fueran auténticos cristianos no se apegarían con upādāna al bien y al mal. No debemos hacer, tanto del bien como del mal, una prisión. Lo que significa que no debemos caer en la prisión de la bondad.
Comimos de ese fruto y conocimos el bien y el mal, como consecuencia fuimos atrapados y retenidos por todo bien y mal. Desde entonces hemos tenido continuos problemas, y así es como esto llegó a ser llamado “pecado original” o, a veces, “pecado perpetuo”. Se volvió la prisión original, una prisión perpetua. Por favor, tengan cuidado de no caer en esta prisión original, en esta prisión perpetua. Nunca se dejen atrapar por esta prisión.
Tan pronto uno es apresado por la bondad, o por el bien, sigue adelante rumbo al más alto bien, la suprema bondad. Entonces la suprema bondad se volverá la suprema prisión. Si los acontecimientos se desarrollan de esta manera, Dios se convertirá en la suprema prisión. Comprendan y recuerden que esta es la forma en que upādāna construye prisiones.
La próxima prisión es nuestro propio ditthi. La palabra pali ditthi es difícil de traducir. Conocimiento, pensamientos, ideas, teorías, opiniones, creencias, entendimiento -todo esto es ditthi-. Ditthi significa todos los pensamientos, opiniones, teorías y creencias personales. No se refiere sólo a ciertas opiniones y pequeñas creencias, sino a todas ellas, todas las opiniones. Todo aquello a partir de lo cual vemos nuestra experiencia es llamado “ditthi”. Nosotros estamos atrapados en la prisión de nuestras propias ideas. No obedecemos a nadie, excepto a nuestro propio ditthi personal. Esta es la más terrible prisión porque actuamos impetuosa, imprudente y apresuradamente, de acuerdo con nuestras opiniones personales. Damos la espalda y nos perdemos las cosas que podrían beneficiarnos, porque nuestras mentes están cerradas a todo lo que no sea nuestras propias creencias y opiniones. En consecuencia, dichas opiniones se vuelven una horrible prisión que nos retiene y nos encierra en apenas un modo de entendimiento. Tengan cuidado con la prisión de nuestro propio ditthi.
LA PUREZA ES LA MAYOR DE TODAS LAS PRISIONES
Ahora vamos a una prisión que es realmente extraña y maravillosa; pueden llamarla “la mayor de todas las prisiones”. La mayor de todas las prisiones es lo que se denomina “inocencia” o “pureza”. Es difícil de entender qué es exactamente lo que se quiere decir con estas palabras. Oímos todo tipo de conferencias acerca de la inocencia y la pureza, pero la gente nunca parece saber de qué se está hablando. Esta pureza es apegó y aferramiento a algo, es considerada como esto y aquello, es venerada, es utilizada para espectáculo y competición, para jactarse ante todos de cuán puro “yo soy”. Pero, si hay upādāna, todo esto es pureza a través de upādāna, no pureza genuina. Existen muchas formas de purificación que son consideradas como si no provocasen apego, tales como tomar baños, hacer encantamientos, ser ungido, rociado o bendecido con quién sabe qué, o cualquiera de las miríadas de rituales y ceremonias hechas para “purificar, purificar”. Esta pureza es puro upādāna, y pureza a través de accesorios es prisión. Por favor, no se pierdan al punto de terminar en la prisión llamada “pureza”.
Es algo lamentable de ver. Apegándose tanto al “yo” y, luego, aferrándose a la pureza con la misma intensidad, algunos credos religiosos han llegado tan lejos como para enseñar que existe algún tipo de pureza perpetua que es algún tipo de alma eterna viviendo en alguna eternidad, y todo eso. Todo el asunto viene de agarrarse y apegarse a la pureza a través de upādāna hasta caer en una prisión eterna. Esto termina precisamente en una prisión eterna.
Podemos decir que esta es la última, la prisión final. Escapen de la mayor de todas las prisiones, huyan de la prisión de la pureza hacia la vacuidad libre de “alma” y de “ego”. No tener ningún “ego”, vivir libres de “ego”, vacíos de “ego” -de toda sensación, idea o noción de “sí mismo”- es verdadera pureza. Cualquier pureza que sea verdaderamente eterna no puede ser una prisión de ninguna manera, a menos que las personas entiendan mal y se apeguen a ella como algún “yo” o alma, en cuyo caso se vuelve una prisión nuevamente. Abandonar y ser absolutamente libres del “ego” es, sin lugar a dudas, verdadera pureza. No es prisión. La vacuidad es la pureza que no es una prisión.
Así es como la verdadera prisión, la colección de todas estas prisiones que hemos mencionado, es aquello que llamamos “attā” (en pali), “ego” o “alma”. “Uno mismo” es la prisión. Este “yo” aquí es la prisión. Todo tipo de prisión está incluido y deriva de la palabra “uno mismo” o “sí mismo”. Apegarse al “sí mismo” como “sí mismo”, y como perteneciente al “sí mismo”, aferrarse a “yo” y “mío”, esta es la verdadera prisión, el corazón y el alma de la prisión. Todas las prisiones están reunidas en la palabra “attā”. Abandonen las tonterías que crean att, junto con el mismo attā, y todas las prisiones se habrán ido. Si practican ānāpānasati (vigilancia por medio de la respiración) correctamente hasta tener verdadero éxito en ello -éxito real, no imaginario-, destruirán todas las prisiones por completo. Es decir, destruyan attā, y entonces todas las prisiones se terminarán y no construirán ninguna otra, nunca más. Que todos ustedes tengan éxito destruyendo las prisiones, es decir, attā, sí mismo, ego.
El propósito de ānāpānasati es remover todo vestigio de upādāna en relación con el “ego”. La completa eliminación del apego hacia el “yo” es la final y perfecta extinción de dukkha, lo cual resulta ser el significado de liberación, de salvación. La más alta meta de toda religión es la salvación, cuyo valor y beneficios están más allá de las palabras. Así que, por favor, hagan la prueba. ānāpānasati i, cuando es practicada correctamente, conduce a esta liberación de attā. Estoy dispuesto a hacer todo lo posible para ayudarlos a entender ānāpānasati y practicarla exitosamente, para que puedan escapar de todos los tipos de prisión de la humanidad. Podemos finalizar aquí nuestra conferencia de hoy.