Ajahn Buddhadasa – En última instancia sólo existe el Dhamma

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«En última instancia sólo existe el Dhamma» extracto de una charla dada por Ajahn Buddhadasa en Bangkok en 1.967, a una audiencia ya familiarizada con el Budismo. Se editó posteriormente en su integridad, con el nombre: «No Religion».

Traducido al inglés por Puñño Bhikkhu y Santikaro Bhikkhu, y al castellano por Jérôme Lamarlère.

( … ) Cuando nos encontramos de esta manera, hay algo que siento que nos impide entendernos, que es simplemente el lenguaje en sí. Existen dos tipos de lenguaje. Uno es el lenguaje convencional que habla la gente en general, lo que llamo «el lenguaje de la gente».

Es el lenguaje utilizado por la gente en general que no entiende bien el Dhamma y por la gente mundana que es tan densa, que es ciega a todo lo que no sean cosas materiales. Y luego tenemos el lenguaje que hablan los que entienden la realidad (Dhamma), especialmente los que conocen y entienden la realidad en su más profundo significado. Es otro tipo de lenguaje. A veces, cuando unas cuantas palabras o incluso unas cuantas sílabas son pronunciadas, el oyente común encuentra éste lenguaje paradójico, completamente opuesto al lenguaje que él habla. Le llamamos «lenguaje del Dhamma». Tenéis que prestar atención para reconocer cual es el lenguaje que está siendo utilizado.

Las personas que no ven la verdadera realidad (Dhamma), sólo pueden hablar el lenguaje ordinario, convencional. Pero los que han realizado genuinamente la verdad última, pueden hablar los dos lenguajes. Pueden manejar el lenguaje de la gente sin dificultad o utilizar el lenguaje del Dhamma, especialmente cuando hablan con personas que conocen la realidad, que han «realizado» la verdad (Dhamma). Entre ellos, utilizan casi exclusivamente el lenguaje del Dhamma. Desgraciadamente, la gente ordinaria no puede entender una palabra; el lenguaje del Dhamma sólo es entendido por los que saben. En este tipo de lenguaje, a veces ni siquiera es necesario emitir sonido alguno: basta con señalar con un dedo u levantar una ceja y el significado último de la realidad es entendido. Así que por favor, interesaros por estos dos tipos de lenguaje: el lenguaje de la gente y el lenguaje del Dhamma.

Para ilustrar la importancia del lenguaje, podemos considerar el ejemplo siguiente. La gente ordinaria que no conoce el Dhamma, piensa que existe ésta religión y ésta otra religión, y que estas religiones son distintas, tan distintas que se oponen la una a la otra. Así hablan de «Cristianismo», «Islam», «Budismo», «Hinduismo», «Sikhismo», y consideran que estas religiones son distintas entre sí, separadas, incluso incompatibles. Este tipo de personas piensan y hablan en función de sus sensaciones personales y así transforman las religiones en enemigas. Por culpa de este tipo de mentalidad existen distintas religiones, hostiles unas con otras.

Sin embargo, los que han penetrado en la naturaleza esencial de la religión, consideran que todas las religiones son una. Aunque digan que existe el Budismo, el Judaísmo, el Taoísmo, el Islam, etc…. dicen también que internamente, todas las religiones son iguales. Incluso podríamos decir que los que han alcanzado la más alta comprensión del Dhamma, pensarán que en última instancia, lo que llamamos «religión» no existe en el fondo. No hay Budismo, ni Cristianismo, ni Islam. ¿Cómo pueden ser lo mismo u ser opuestas, cuando ni siquiera existen? Es simplemente imposible. Por eso podemos decir que la frase «No religión!» es en realidad lenguaje del Dhamma en su más alto nivel. Que esto sea entendido o no, es otra cuestión que depende del que escucha, y no tiene nada que ver con la verdad o la religión.

Me gustaría dar un ejemplo sencillo del lenguaje ordinario, el lenguaje del materialismo. El «agua» bastará para nuestro propósito. Las personas que tienen poco conocimiento, incluso sobre cosas sencillas, piensan que hay muchos tipos de agua. Consideran los distintos tipos de agua como si no tuvieran nada en común. Separan el agua de lluvia, del agua de pozo, del agua subterránea, del agua de los canales, del agua de las marismas, del agua de las cunetas, del agua del canalón, del agua de alcantarilla, del agua del baño, de la orina, de la diarrea, y muchos otros tipos de agua distintos entre sí. La gente común insistirá en que estas aguas son completamente distintas, porque toman como criterio las apariencias externas de las cosas.

Pero una persona con cierto conocimiento sabe que se puede encontrar agua pura en cualquier tipo de agua. Tomando agua de lluvia y destilándola, obtendremos agua pura. Al destilar agua de río obtendremos agua pura. Incluso con agua de canal, agua de alcantarilla o agua de baño, también obtendremos agua pura. Una persona con este tipo de entendimiento sabe que estos distintos tipos de agua son iguales en cuanto a la parte de agua que hay en ellas. Los otros elementos que la hacen impura y parecer diferente, no son el agua en sí. Pueden mezclarse con el agua y alterarla, pero nunca serán el agua en sí. Si vemos a través de los elementos que la contaminan, podemos ver el agua que es siempre la misma, porque en cada tipo de agua, su naturaleza esencial es la misma. Aunque parezcan tipos de agua muy diferentes, son iguales en cuanto a su esencia se refiere. Mirando las cosas desde este punto de vista, podemos ver que todas las religiones son iguales. Si parecen distintas es porque estamos juzgando en base a su apariencia externa.

En un nivel todavía más profundo, podemos examinar el agua pura más de cerca. Entonces concluiremos que en realidad no hay agua, sino dos partes de hidrógeno y una de oxígeno. Ya no hay agua. Esta substancia que hasta ahora hemos llamado «agua» ha desaparecido, está «vacía». Lo mismo ocurre en todas partes, sin importar donde encontramos las dos partes de hidrógeno, con una de oxígeno. En el cielo, en la tierra, o donde sea que las hallemos, el estado de agua ha desaparecido y el término «agua» ya no es utilizado. Para él que ha penetrado hasta este nivel de la realidad, ya no existe el agua.

De la misma forma, él que ha alcanzado la verdad última, ve que en el fondo no existe la «religión». Sólo existe la naturaleza, que podemos llamar como queramos. Podemos llamarla «Dhamma», podemos llamarla «Verdad», podemos llamarla «Dios», «Tao» u lo que sea, pero no deberíamos particularizar éste Dhamma o ésta Verdad como Budismo, Cristianismo, Taoísmo, Judaísmo, Sikhismo, Zoroastrismo u Islam, porque nunca podremos capturarla o encerrarla con etiquetas o conceptos. Estas divisiones aparecen porque la gente no ha realizado esta verdad sin nombre, por ellos mismos. Sólo han alcanzado los niveles externos de comprensión, de la misma forma que con el agua de canal, el agua fangosa, etc….

El Buda intentó ayudarnos a entender y a ser capaces de ver que tampoco hay en realidad «personas», individuos separados, sino que sólo hay dhammas o fenómenos naturales. No debemos pues apegarnos a la creencia de que existe ésta religión o ésta otra. Los nombres «Budismo», «Islam» y «Cristianismo» aparecieron mucho tiempo después de la muerte de sus fundadores. Ninguno de los grandes maestros espirituales dio un nombre personal a sus enseñanzas como lo hacemos hoy en día. Sólo enseñaron a vivir de forma no egoísta.

Intentad por favor entender esto correctamente. Cuando el último nivel es alcanzado, cuando es conocida la Verdad última, ni siquiera el hombre existe. Sólo existe la naturaleza, sólo el Dhamma. Esta realidad no puede ser considerada como algo particular, sólo puede ser Dhamma. No puede ser Tailandesa, China, India, Árabe o Europea. No puede ser negra, morena, amarilla, roja o blanca. No puede ser oriental u occidental, meridional o septentrional. Ni tampoco budista, cristiana, islámica o lo que sea. Así que por favor intentad alcanzar este Dhamma, porque habréis alcanzado entonces el corazón de todas las religiones y de todas las cosas, y realizado finalmente el cese de todo sufrimiento. (…)